sábado, 4 de octubre de 2014

El Jardin de Margaret Meyer

EL JARDIN DE MARGARET MEYER Y LAS DESVENTURAS DE UN LOBO
Ángel .J Becerra Juarez
EL JARDIN.
Toda la raza humana (O por lo menos la porción que habita el planeta tierra) es una de las mas detestables en  el universo; su egocentrismo y su particular forma de creerse así mismos más especiales  de lo que  en realidad  son, los vuelve mas insoportables que una lluvia de estrellas en pleno invierno cósmico. La inteligencia de la cual tanto presumen los seres humanos, es tan grande que cae en la categoría de lo estúpido, ya  que son capaces de crear cosas extraordinarias, como un  par de  ojos interestelares,  que surcan el firmamento y  de realizar increíbles proezas como,  conducir aves de metal que rompen la barrera del sonido…pero eso si, no pueden concebir la simple idea de que NO son la única especie racional y con sentimientos en el universo; Creen ser los únicos poseedores de esos 21 gramos de genialidad a los  que ellos  llaman “alma” y también creen que gracias a ella son capaces de amar, sentir, crear e incluso sufrir, pero  confíen en mi cuando les digo, que no podían estar mas equivocados. Toda especie que se arrastre, camine o flote, pose esos 21 gramos, incluso las especies que comparte el planeta tierra con los humanos, la poseen, solo que ellos  se han encargado de reprimirla hasta  volverla casi inexistente.
Los seres humanos se jactan de ser los más grandes creadores y los más  bohemios pensadores, de ser la única especie que puede expresar  los sentimientos de manera pura. Yo no concuerdo con ellos, ya que a lo largo de mis viajes he podido observar obras de arte cien veces más hermosas que una mona lisa y he podido hablar con genios, que superan por mucho a cualquier Aristóteles.
En este punto no hace falta decir que los humanos no son de mi agrado y que pienso que el universo seria un mejor lugar sin ellos. Tampoco puedo generalizar y decir que los odio a todos, ya que    alguna vez conocí a un ser humano que no me provoco  asco; Su nombre era Margaret Meyer y habitaba en un pequeño asteroide que orbitaba alrededor de una de las lunas de Júpiter. Este asteroide era poco más grande que un cometa, pero no lo suficiente como para  poder evitar ser atraído por el campo gravitacional de aquella luna, esa pequeña roca llevaba por nombre código, BK301. El asteroide BK301 o como a mi me gusta llamarlo “El jardín de Margaret Meyer” Estaba completamente habitado por las especies a las que los seres humanos llaman animales, pero estos no eran como los animales que habitaban la tierra, ellos aun conservaban sus 21 gramos de alma intactos, aun podían hablar, amar y sufrir al igual que los hombres y mujeres.   Paralelamente  a los humanos, los habitantes del jardín de Margaret habían desarrollado un  sistema social muy parecido, con la diferencia  de que este era mas organizado y utópico que el de la tierra,  en el cada pequeño animal desarrollaba una actividad especifica, que se complementaba con la aportación de los demás; Nadie era indispensable, pero tampoco era despreciado, todos eran iguales, desde el mas pequeño  gorrión hasta el más grande oso.
En cuanto clima y ambiente se refiere, el jardín de Margaret era el paraíso, ya que a pesar de  no tener una extensión más grande que la de una ciudad humana pequeña, su variedad de climas, fauna y ambiente era increíblemente grande; desde el abrazo  árido de un desierto hasta, el susurro helado de una montaña, el jardín de Margaret poseía todos los ecosistemas conocidos por los seres humanos y 3 más.
 Ya que el asteroide orbitaba  alrededor de una luna, sus días eran muy distintos a los de la tierra;  estos se dividían  en 2 partes, despertar y caída, que serían los equivalentes a la mañana  y la noche de los humanos.  Gracias a su pequeño tamaño la luz solar en el jardín de Margaret, era casi inexistente, esta solo se podía apreciar una vez  durante   5 minutos  en cada ciclo orbital. La mayor parte de su vida diaria los pobladores del jardín de Margaret se la pasaban en la penumbra  y solo eran iluminados por la tenue luz de las estrellas que lo rodeaban.
Margaret era la única ejemplar de la raza humana que vivía en aquel asteroide, ella no hacia mas que observar  desde lo alto de una montaña como los demás desarrollaban sus vidas; Margaret era muy callada  solo se limitaba decir respuestas cortas como “si” o “no” y frases amistosas como “Buenos días” y “hasta luego”.  Ella  disfrutaba pasando las tardes enteras  escuchando  los problemas de los pobladores, pero sin emitir juicio alguno. Irónicamente su comportamiento reservado y  su extremada amabilidad  le  simpatizaba tanto a los pobladores, que la llegaron a considerar  un ser supremo y benévolo  ajeno a ellos, algo muy parecido a lo que lo seres humanos llaman “Dios”.
 Me cautivo todo de ella, ya que aparte de tener un alma exquisita  su belleza física era inigualable; sus ojos eran de un negro espeso e intimidante,  muy parecido al infinito del universo, sus labios eran radiantes como un sol, y su piel blanca como las estrellas fugases.
El poco tiempo  que pase  la primera vez con ella, antes de partir, lo malgaste estúpidamente observándola, sin intentar averiguar más acerca de ella. Intente enmendar mi error y volví una vez más al Jardín, pero me lleve una sorpresa cuando al buscarla  encontré a una Margaret envejecida, a la  cual le había caducado la memoria, ya que  no me recordaba. Años después volví una  tercera vez al jardín, pero esta vez no encontré  a mi decrepita amante, en lugar de eso encontré una lápida  encima de la montaña en la que ella solía pasar los días enteros; la lápida llevaba como epitafio la frase que alguna ves ella me susurro al oído, y la sito “una vida efímera, llena de placeres eternos”.  Después de leer esto el universo en el que vivía, se convirtió en un lugar más pequeño  más triste ya que había perdido al gran jardín de Margaret Meyer y solo conservaba al  triste asteroide BK301.
UN LOBO  
Era el despertar del segundo día de la primavera estelar en el asteroide  BK301, cuando llego a la pequeña funeraria del búho Frederick el cadáver  de un Conejo muy joven. A  este conejo se le había secado el corazón, después de romper con su pareja y decidió re-hidratarlo saltando  desde lo alto de un acantilado  hacia un angosto rio;  lamentablemente es su intento de  re hidratar su corazón el pequeño conejo murió.
 La madre, el padre y la hermana del conejo tuvieron que arrastrar el cadáver  de su familiar desde el rio hasta la funeraria. Al llegar a la funeraria, el Búho Frederick actuó igual de  amable como  siempre,  ofreciéndole  alimento y bebida a toda la familia mientras que su asistente el Lobo Arthur, se encargaba de embalsamar al cliente.
La  funeraria del Búho Frederick  era un negocio próspero y simple que estaba compuesto solo por dos integrantes, por el viejo Frederick y su joven asistente el lobo Arthur. Frederick se encargaba de la parte fácil que consistía en administrar el lugar, tratar  con los clientes y escribir los epitafios en las lapidas, mientras que Arthur se encargaba del trabajo sucio; cavaba con sus fuertes patas los agujeros para los cadáveres y usaba sus afilados colmillos para vaciar a los clientes y   así luego los rellenarlos  con plantas de algodón.
Después de terminar de embalsamar al conejo, Arthur  se acercó a los familiares que se encontraban en la sala  de espera, para  decirles que proseguirían con el entierro en el jardín trasero. Fue en ese momento que Arthur  cruzó por primera vez la mirada con la quien se convertiría  en su primer y último amor, su nombre era Lisa, y era la hermana de aquel cadáver que se encontraba al otro lado de la pared postrado en una mesa.
El resto del funeral, Arthur se  pasó observando  discretamente los hermosos ojos color rojo de Lisa; Arthur sabía que la situación no era la apropiada  pero simplemente no podía dejar de  observarla.  Justo un poco antes de colocar la lápida, la mirada de lisa choco contra la de Arthur, el  rápidamente bajo la mirada, y deseo ser él al que sepultaran para evitar la pena. La situación se tornó al revés, Lisa  era ahora la que observaba  Arthur de manera incitadora, aunque Arthur  no lo sabía, ya que no se atrevía a alzar de nuevo la mirada. Más tarde después de que el funeral acabara Arthur huyo avergonzado de vuelta al despacho, sin saber que Lisa lo seguiría con el pretexto de que necesitaba tomar un poco de agua. Ya en el despacho fue inevitable que Arthur  viera  de frente  a Lisa otra vez.
Se observaron  sin decir nada durante unos incomodos segundos, hasta que Lisa dijo de manera   coqueta   -¿Te gusta verme no es así?- a lo cual Arthur respondió  casi por inercia – ¡No es lo que  usted cree!-  en ese momento Lisa  soltó una  pequeña risa algo burlona, comenzó a mover sus orejas y  se acercó Arthur lo suficiente, para después besarlo. Arthur perdió  el aliento por un segundo y sintió  como una sensación de miedo combinada con emoción recorría su cuerpo. Casi inmediatamente  después,  se escucharon las pisadas del resto de la familia de Lisa, acercándose al despacho, por lo cual el beso, se vio interrumpido bruscamente por Lisa, quien giro la cabeza al lado contrario para así aparentar que aun buscaba aquel vaso con agua.
Fue entonces cuando madre y padre conejo cruzaron la puerta del despacho, y observaron a Arthur y a Lisa con normalidad  sin tener idea de los hechos que había acontecido segundos atrás. Después de esto lisa regreso con su familia y continúo actuando como si nada hubiese pasado, Arthur aún permanecía inmóvil y con el hocico abierto, tratando de entender lo que había sucedido.   
Luego  de que Lisa y su familia  abandonaran la funeraria, la mente de Arthur volvió a aterrizar en él, y comenzó a  hacerse preguntas que cualquiera se hubiese hecho. La intriga que se albergaba en la mente  Arthur no se debía tanto al asunto del beso, cosa que por sí sola era muy extraña, ya que nunca antes había visto lisa y mucho menos hablado con ella; Lo que realmente le preocupaba a Arthur era que desde ya hace algunos años atrás, la  ORP  había prohíbo las relaciones entre animales de distintas especies.
La ORP (Organización de Respeto a lo Puro) era el conjunto de especies, liderado por el cerdo Olaf; ellos se encargaban de establecer  normas y de castigar cruelmente a quien no las obedecieran. A pesar de que nadie les había otorgado dicho poder,  ellos decidían que era puro y que no lo era.
Aunque Arthur sabía  acerca de esto,  no podía dejar de pesar en Lisa, ya que aquel beso lo había cautivado lo suficiente como para admitir las consecuencias de ese romance.  El resto del  despertar de ese día, Arthur no pudo sacarse de la mente la idea de visitar a lisa, aunque cada vez que se disponía a hacerlo, recordaba la cruda realidad, y se imaginaba  así mismo siendo  torturado por los zorros de  la ORP, situación que sucedería si alguien llegase a descubrirlo .
A pesar de ser un lobo  y tener una apariencia intimidante, Arthur era muy inocente y fácil de cautivar, ya que desde pequeño  fue  criado por Frederick quien lo  había educado de tal manera que al crecer aún no conocía la mayoría de los placeres  de estar vivo. Un ejemplo perfecto de la inocencia de Arthur era que aquel beso con lisa era su primer beso.
Ya era la caída de ese día, cuando Arthur se preparaba para dormir, pero al igual que la mayoría de los días anteriores no pudo conciliar el sueño. Daba vueltas en círculos en su cuarto  al igual que las anteriores veces, pero esta vez no lo aquejaba ningún  problema común, esta vez era un problema del alma el que lo aquejaba.  Arthur se sentía en un estado entre la vida y la muerte, sentía que su alma estaba  muriendo lentamente debido a la falta de Lisa. Arthur  entro en pánico y  acudió por ayuda con la serpiente Stanley.
Stanley era una serpiente que solo salía al público durante la caída de cada día. Stanley se encargaba de proveer  al resto especies,  con  las míticas y prohibidas “Flores de loto azules”. Estas flores eran capaces de jugar con  el estado de ánimo de cualquier especie, convertían las caras tristes en sonrisas y las lágrimas en carcajeadas. A pesar de que estas flores  provenían de la naturaleza, estaban prohibidas por la ORP, por ser consideras una falta de respeto a las personas tristes.
 Aunque Arthur  también consideraba dañinas las flores, acudió a Stanley de todas maneras por una dosis. Una vez que Arthur  termino de masticar  el primer pétalo, comenzó a ver todo de manera distinta, pudo ver como el universo  se expandía y se contraía al mismo tiempo, pudo ver el destello de la verdad en el reflejo de sus propios ojos;  fue entonces que entre  implosiones  de estrellas y estallidos de cometas  imaginarios comprendió  que lo único que necesitaba era estar al lado Lisa, así que abandono la cordura y sin importarle las consecuencias  siguió con su olfato el rastro de Lisa.
Una vez afuera de su madriguera, Arthur  se escabullo  hasta la habitación Lisa; Ella aun dormía cuando él atravesó el umbral  de su puerta, fue entonces cuando un pisada torpe de Arthur despertó a Lisa de su sueño.  Ella lo miro atónita  los primeros segundos y luego con voz de susto  exclamo - ¿Tu? ¿Qué haces aquí?-. Arthur no respondió y solo se limitó a mirarla fijamente sin parpadear, después  camino lenta y torpemente asía Lisa,  fue entonces cuando ella  se levantó  de donde estaba recostada y comenzó a gritar despavorida por ayuda. Arthur entro en pánico, por el gran y ensordecedor grito, no sabía qué hacer para que se Lisa se callara, así que de un empujón la tumbo al piso, y comenzó a presionar con sus patas la garganta de lisa; se mantuvo así  hasta que por fin lisa se detuvo y quedo dominada. Arthur no sabía si lo que había hecho era puro o no, lo único que sabía era que  aún tenía la necesidad de amar a Lisa, así que lo hizo,  la amó de mil y un formas diferentes mientras ella aún permanecía dormida.
De repente un zorro de la ORP que había escuchado el grito  inicial de Lisa, dio  con la localización de Arthur y pudo observar la forma en la cual él  estaba amando a Lisa; No paso mucho tiempo para que más  zorros de la ORP rodearen Arthur,  y lo aprendieran con  la excusa de que estaba violando la pureza de aquella pequeña coneja.
Después de  ser aprendido Arthur  argumento en su defensa   que todo lo que había sucedido lo había hecho por amor, lo cual no le importo al cerdo Olaf, ya que para él, el amor no era un pretexto para violar las reglas de pureza.  Arthur pasó los siguientes dos  días encerrado en una  mazmorra esperando que la ORP decidiera  su castigo. En el despertar del 3er día de su cautiverio la ORP, le anuncio a Arthur que su sentencia seria la muerte.
Al día siguiente en la  funeraria del búho Frederick durante  los únicos 5 minutos de luz solar, se llevaba a cabo el entierro de un lobo incomprendido quien había muerto  por culpa de una enfermedad mental ala que llaman amor. 




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