EL JARDIN DE MARGARET MEYER Y LAS DESVENTURAS DE UN LOBO
Ángel .J Becerra Juarez
EL JARDIN.
Toda la raza humana (O por lo menos la porción que habita el
planeta tierra) es una de las mas detestables en el universo; su egocentrismo y su particular
forma de creerse así mismos más especiales
de lo que en realidad son, los vuelve mas insoportables que una
lluvia de estrellas en pleno invierno cósmico. La inteligencia de la cual tanto
presumen los seres humanos, es tan grande que cae en la categoría de lo
estúpido, ya que son capaces de crear
cosas extraordinarias, como un par de ojos interestelares, que surcan el firmamento y de realizar increíbles proezas como, conducir aves de metal que rompen la barrera
del sonido…pero eso si, no pueden concebir la simple idea de que NO son la
única especie racional y con sentimientos en el universo; Creen ser los únicos
poseedores de esos 21 gramos de genialidad a los que ellos llaman “alma” y también creen que gracias a
ella son capaces de amar, sentir, crear e incluso sufrir, pero confíen en mi cuando les digo, que no podían
estar mas equivocados. Toda especie que se arrastre, camine o flote, pose esos
21 gramos, incluso las especies que comparte el planeta tierra con los humanos,
la poseen, solo que ellos se han
encargado de reprimirla hasta volverla
casi inexistente.
Los seres humanos se jactan de ser los más grandes creadores
y los más bohemios pensadores, de ser la
única especie que puede expresar los
sentimientos de manera pura. Yo no concuerdo con ellos, ya que a lo largo de
mis viajes he podido observar obras de arte cien veces más hermosas que una
mona lisa y he podido hablar con genios, que superan por mucho a cualquier Aristóteles.
En este punto no hace falta decir que los humanos no son de
mi agrado y que pienso que el universo seria un mejor lugar sin ellos. Tampoco
puedo generalizar y decir que los odio a todos, ya que alguna vez conocí a un ser humano que no me
provoco asco; Su nombre era Margaret
Meyer y habitaba en un pequeño asteroide que orbitaba alrededor de una de las
lunas de Júpiter. Este asteroide era poco más grande que un cometa, pero no lo
suficiente como para poder evitar ser
atraído por el campo gravitacional de aquella luna, esa pequeña roca llevaba
por nombre código, BK301. El asteroide BK301 o como a mi me gusta llamarlo “El
jardín de Margaret Meyer” Estaba completamente habitado por las especies a las
que los seres humanos llaman animales, pero estos no eran como los animales que
habitaban la tierra, ellos aun conservaban sus 21 gramos de alma intactos, aun
podían hablar, amar y sufrir al igual que los hombres y mujeres. Paralelamente
a los humanos, los habitantes del jardín de Margaret habían desarrollado
un sistema social muy parecido, con la
diferencia de que este era mas
organizado y utópico que el de la tierra,
en el cada pequeño animal desarrollaba una actividad especifica, que se
complementaba con la aportación de los demás; Nadie era indispensable, pero
tampoco era despreciado, todos eran iguales, desde el mas pequeño gorrión hasta el más grande oso.
En cuanto clima y ambiente se refiere, el jardín de Margaret
era el paraíso, ya que a pesar de no
tener una extensión más grande que la de una ciudad humana pequeña, su variedad
de climas, fauna y ambiente era increíblemente grande; desde el abrazo árido de un desierto hasta, el susurro helado
de una montaña, el jardín de Margaret poseía todos los ecosistemas conocidos
por los seres humanos y 3 más.
Ya que el asteroide
orbitaba alrededor de una luna, sus días
eran muy distintos a los de la tierra;
estos se dividían en 2 partes,
despertar y caída, que serían los equivalentes a la mañana y la noche de los humanos. Gracias a su pequeño tamaño la luz solar en el
jardín de Margaret, era casi inexistente, esta solo se podía apreciar una vez durante
5 minutos en cada ciclo orbital. La mayor parte de su
vida diaria los pobladores del jardín de Margaret se la pasaban en la penumbra y solo eran iluminados por la tenue luz de las
estrellas que lo rodeaban.
Margaret era la única ejemplar de la raza humana que vivía
en aquel asteroide, ella no hacia mas que observar desde lo alto de una montaña como los demás
desarrollaban sus vidas; Margaret era muy callada solo se limitaba decir respuestas cortas como
“si” o “no” y frases amistosas como “Buenos días” y “hasta luego”. Ella disfrutaba pasando las tardes enteras escuchando
los problemas de los pobladores, pero sin emitir juicio alguno.
Irónicamente su comportamiento reservado y
su extremada amabilidad le simpatizaba tanto a los pobladores, que la
llegaron a considerar un ser supremo y
benévolo ajeno a ellos, algo muy
parecido a lo que lo seres humanos llaman “Dios”.
Me cautivo todo de
ella, ya que aparte de tener un alma exquisita su belleza física era inigualable; sus ojos
eran de un negro espeso e intimidante, muy parecido al infinito del universo, sus
labios eran radiantes como un sol, y su piel blanca como las estrellas fugases.
El poco tiempo que
pase la primera vez con ella, antes de
partir, lo malgaste estúpidamente observándola, sin intentar averiguar más
acerca de ella. Intente enmendar mi error y volví una vez más al Jardín, pero
me lleve una sorpresa cuando al buscarla
encontré a una Margaret envejecida, a la
cual le había caducado la memoria, ya que no me recordaba. Años después volví una tercera vez al jardín, pero esta vez no
encontré a mi decrepita amante, en lugar
de eso encontré una lápida encima de la
montaña en la que ella solía pasar los días enteros; la lápida llevaba como
epitafio la frase que alguna ves ella me susurro al oído, y la sito “una vida
efímera, llena de placeres eternos”. Después
de leer esto el universo en el que vivía, se convirtió en un lugar más
pequeño más triste ya que había perdido
al gran jardín de Margaret Meyer y solo conservaba al triste asteroide BK301.
UN LOBO
Era el despertar del segundo día de la primavera estelar en
el asteroide BK301, cuando llego a la
pequeña funeraria del búho Frederick el cadáver
de un Conejo muy joven. A este
conejo se le había secado el corazón, después de romper con su pareja y decidió
re-hidratarlo saltando desde lo alto de
un acantilado hacia un angosto rio; lamentablemente es su intento de re hidratar su corazón el pequeño conejo
murió.
La madre, el padre y
la hermana del conejo tuvieron que arrastrar el cadáver de su familiar desde el rio hasta la
funeraria. Al llegar a la funeraria, el Búho Frederick actuó igual de amable como
siempre, ofreciéndole alimento y bebida a toda la familia mientras
que su asistente el Lobo Arthur, se encargaba de embalsamar al cliente.
La funeraria del Búho
Frederick era un negocio próspero y
simple que estaba compuesto solo por dos integrantes, por el viejo Frederick y
su joven asistente el lobo Arthur. Frederick se encargaba de la parte fácil que
consistía en administrar el lugar, tratar
con los clientes y escribir los epitafios en las lapidas, mientras que
Arthur se encargaba del trabajo sucio; cavaba con sus fuertes patas los
agujeros para los cadáveres y usaba sus afilados colmillos para vaciar a los clientes
y así luego los rellenarlos con plantas de algodón.
Después de terminar de embalsamar al conejo, Arthur se acercó a los familiares que se encontraban
en la sala de espera, para decirles que proseguirían con el entierro en
el jardín trasero. Fue en ese momento que Arthur cruzó por primera vez la mirada con la quien
se convertiría en su primer y último
amor, su nombre era Lisa, y era la hermana de aquel cadáver que se encontraba al
otro lado de la pared postrado en una mesa.
El resto del funeral, Arthur se pasó observando discretamente los hermosos ojos color rojo de
Lisa; Arthur sabía que la situación no era la apropiada pero simplemente no podía dejar de observarla. Justo un poco antes de colocar la lápida, la
mirada de lisa choco contra la de Arthur, el
rápidamente bajo la mirada, y deseo ser él al que sepultaran para evitar
la pena. La situación se tornó al revés, Lisa era ahora la que observaba Arthur de manera incitadora, aunque
Arthur no lo sabía, ya que no se atrevía
a alzar de nuevo la mirada. Más tarde después de que el funeral acabara Arthur
huyo avergonzado de vuelta al despacho, sin saber que Lisa lo seguiría con el
pretexto de que necesitaba tomar un poco de agua. Ya en el despacho fue
inevitable que Arthur viera de frente
a Lisa otra vez.
Se observaron sin
decir nada durante unos incomodos segundos, hasta que Lisa dijo de manera coqueta -¿Te gusta verme no es así?- a lo cual Arthur
respondió casi por inercia – ¡No es lo
que usted cree!- en ese momento Lisa soltó una
pequeña risa algo burlona, comenzó a mover sus orejas y se acercó Arthur lo suficiente, para después
besarlo. Arthur perdió el aliento por un
segundo y sintió como una sensación de
miedo combinada con emoción recorría su cuerpo. Casi inmediatamente después,
se escucharon las pisadas del resto de la familia de Lisa, acercándose
al despacho, por lo cual el beso, se vio interrumpido bruscamente por Lisa,
quien giro la cabeza al lado contrario para así aparentar que aun buscaba aquel
vaso con agua.
Fue entonces cuando madre y padre conejo cruzaron la puerta
del despacho, y observaron a Arthur y a Lisa con normalidad sin tener idea de los hechos que había
acontecido segundos atrás. Después de esto lisa regreso con su familia y
continúo actuando como si nada hubiese pasado, Arthur aún permanecía inmóvil y
con el hocico abierto, tratando de entender lo que había sucedido.
Luego de que Lisa y
su familia abandonaran la funeraria, la
mente de Arthur volvió a aterrizar en él, y comenzó a hacerse preguntas que cualquiera se hubiese
hecho. La intriga que se albergaba en la mente
Arthur no se debía tanto al asunto del beso, cosa que por sí sola era
muy extraña, ya que nunca antes había visto lisa y mucho menos hablado con
ella; Lo que realmente le preocupaba a Arthur era que desde ya hace algunos
años atrás, la ORP había prohíbo las relaciones entre animales
de distintas especies.
La ORP (Organización de Respeto a lo Puro) era el conjunto
de especies, liderado por el cerdo Olaf; ellos se encargaban de establecer normas y de castigar cruelmente a quien no
las obedecieran. A pesar de que nadie les había otorgado dicho poder, ellos decidían que era puro y que no lo era.
Aunque Arthur sabía
acerca de esto, no podía dejar de
pesar en Lisa, ya que aquel beso lo había cautivado lo suficiente como para
admitir las consecuencias de ese romance.
El resto del despertar de ese día,
Arthur no pudo sacarse de la mente la idea de visitar a lisa, aunque cada vez
que se disponía a hacerlo, recordaba la cruda realidad, y se imaginaba así mismo siendo torturado por los zorros de la ORP, situación que sucedería si alguien
llegase a descubrirlo .
A pesar de ser un lobo
y tener una apariencia intimidante, Arthur era muy inocente y fácil de
cautivar, ya que desde pequeño fue criado por Frederick quien lo había educado de tal manera que al crecer aún
no conocía la mayoría de los placeres de
estar vivo. Un ejemplo perfecto de la inocencia de Arthur era que aquel beso
con lisa era su primer beso.
Ya era la caída de ese día, cuando Arthur se preparaba para
dormir, pero al igual que la mayoría de los días anteriores no pudo conciliar
el sueño. Daba vueltas en círculos en su cuarto
al igual que las anteriores veces, pero esta vez no lo aquejaba
ningún problema común, esta vez era un
problema del alma el que lo aquejaba.
Arthur se sentía en un estado entre la vida y la muerte, sentía que su
alma estaba muriendo lentamente debido a
la falta de Lisa. Arthur entro en pánico
y acudió por ayuda con la serpiente
Stanley.
Stanley era una serpiente que solo salía al público durante
la caída de cada día. Stanley se encargaba de proveer al resto especies, con las
míticas y prohibidas “Flores de loto azules”. Estas flores eran capaces de
jugar con el estado de ánimo de
cualquier especie, convertían las caras tristes en sonrisas y las lágrimas en
carcajeadas. A pesar de que estas flores
provenían de la naturaleza, estaban prohibidas por la ORP, por ser
consideras una falta de respeto a las personas tristes.
Aunque Arthur también consideraba dañinas las flores,
acudió a Stanley de todas maneras por una dosis. Una vez que Arthur termino de masticar el primer pétalo, comenzó a ver todo de
manera distinta, pudo ver como el universo
se expandía y se contraía al mismo tiempo, pudo ver el destello de la
verdad en el reflejo de sus propios ojos;
fue entonces que entre
implosiones de estrellas y estallidos
de cometas imaginarios comprendió que lo único que necesitaba era estar al lado
Lisa, así que abandono la cordura y sin importarle las consecuencias siguió con su olfato el rastro de Lisa.
Una vez afuera de su madriguera, Arthur se escabullo
hasta la habitación Lisa; Ella aun dormía cuando él atravesó el umbral de su puerta, fue entonces cuando un pisada
torpe de Arthur despertó a Lisa de su sueño.
Ella lo miro atónita los primeros
segundos y luego con voz de susto
exclamo - ¿Tu? ¿Qué haces aquí?-. Arthur no respondió y solo se limitó a
mirarla fijamente sin parpadear, después
camino lenta y torpemente asía Lisa,
fue entonces cuando ella se levantó
de donde estaba recostada y comenzó a
gritar despavorida por ayuda. Arthur entro en pánico, por el gran y
ensordecedor grito, no sabía qué hacer para que se Lisa se callara, así que de
un empujón la tumbo al piso, y comenzó a presionar con sus patas la garganta de
lisa; se mantuvo así hasta que por fin
lisa se detuvo y quedo dominada. Arthur no sabía si lo que había hecho era puro
o no, lo único que sabía era que aún
tenía la necesidad de amar a Lisa, así que lo hizo, la amó de mil y un formas diferentes mientras
ella aún permanecía dormida.
De repente un zorro de la ORP que había escuchado el
grito inicial de Lisa, dio con la localización de Arthur y pudo observar
la forma en la cual él estaba amando a
Lisa; No paso mucho tiempo para que más
zorros de la ORP rodearen Arthur,
y lo aprendieran con la excusa de
que estaba violando la pureza de aquella pequeña coneja.
Después de ser
aprendido Arthur argumento en su
defensa que todo lo que había sucedido
lo había hecho por amor, lo cual no le importo al cerdo Olaf, ya que para él, el
amor no era un pretexto para violar las reglas de pureza. Arthur pasó los siguientes dos días encerrado en una mazmorra esperando que la ORP decidiera su castigo. En el despertar del 3er día de su
cautiverio la ORP, le anuncio a Arthur que su sentencia seria la muerte.
Al día siguiente en la funeraria del búho Frederick durante los únicos 5 minutos de luz solar, se llevaba
a cabo el entierro de un lobo incomprendido quien había muerto por culpa de una enfermedad mental ala que
llaman amor.
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