domingo, 5 de octubre de 2014

DELTA ESMERALDA

DELTA ESMERALDA
Ángel .J Becerra Juárez
Escribir es más una pasión que un pasatiempo y  al igual que cualquier otra necesita de tiempo, que bien o mal invertido, te despoja de algún  que otro placer desconocido.
¿Porque el escritor decide escribir?  Aun sabiendo que las ideas e historias que se desbordan por sus dedos y se plasman en el papel, pueden o no gustar. El verdadero escritor escribe para sí mismo, con el único propósito de ver aquella idea que lo despertó en la madrugada, ensamblada en reglones y párrafos. El escribir no consiste en dar las palabras que el lector quiere escuchar, sino en externar las ideas  que el escritor no puede enjaular, que estas sean del agrado de un tercero, es solo efecto secundario.
La escritura utiliza el  alma del escritor como tinta y usa como lienzo la idea que  se desea expresar. Para ser  un buen escritor se debe ser malcriado, ya que el crear algo nuevo es de cierta manera  romper una regla establecida. Es la misma sensación de libertad que hace el escribir algo tan fastuoso, la que en ocasiones lo vuelve complicado. La idea de poder crear, destruir, absorber y comprimir a placer historias y personajes, es en partes iguales, excitante y aterradora.
 A diferencia de cualquier otro arte, el escribir no mejora con la repetición de algo ya establecido como una obra maestra, ya que si bien se pueden leer magnificas historias desarrolladas por excelsos escritores, transcribirlas una y otra vez, no te hará  ni la mitad de bueno que el autor original, solo te volverá una fotocopiadora con pulso y respiración. El contraejemplo  perfecto a esta idea, es el de aquella persona que aspira a ser un pianista destacado, que simplemente debe de repetir mil  y un veces la bagatela  Für Elise de Beethoven, para volverse un erudito. No intento despreciar el noble arte de interpretar música, ya que soy culpable de desfrutarla; solo quiero expresar que el acto de   crear puede llegar a ser más complicado que  el de re-interpretar.
La escritura posee una característica que muchas otras pasiones no, y que la convierte en la rama del arte más cercana a los mortales: “cualquiera puede hacerlo”;  simple discurso que resulta contraproducente, ya que así como evoca a miles de ideas, también hace que las personas ajenas a ellas le resten importancia.  ¿Qué hace que una sonata sea más conmovedora que un poema? La complejidad no se significa calidad, así como la perfección no es incorruptibilidad; Escribir quizá no es perfecto, pero son los detalles de la imperfección los que para mí constituyen su encanto.
El ser, que se hace llamar escritor, es solitario pero siempre va acompañado de una buena historia, no necesita pasaporte porque no busca viajar más allá de sí mismo; personas increíbles son los escritores, desearía ser uno de ellos.
Lamentablemente no soy un escritor, no logro concebir  que mis ideas no sean escuchadas, ya que estas no son espontaneas como deberían de serlo; todas tienen un origen más banal y menos rimbombante,  cada una de ellas no son más que simples gritos ahogados en papel, que buscan llamar la atención de los ojos de la musa de los cuales proviene la inspiración. No es mi pasión, son ella,  y no soy más que el interlocutor. Son partes de su alma que tomo sin permiso, y plasmo lo menos miserable que mi imaginación me lo permite.
Me valgo de sus virtudes y las oscurezco con mis defectos para no aparentar ciencia ficción; es un cuento de hadas y yo un redactor de horror. Quizá una mal combinación, que solo busca complacer su  no indispensable dosis de habladurías de un amor trágico. Me importa lo que piense, no quiero arruinar su intachable imagen, solo escribo para ella, aunque nunca lo haya pedido.
No digo lo que siento, porque no es lo que ella busca escuchar, son palabras sarcásticas de lo opuesto  que quiero, un intento estúpido por parecer fuerte, que intenta convencerme  que no la necesito más… y valla que la necesito.
Ensayo y  error,  más de una vez para buscar la manera de decirlo; tal vez fueron tantas que perdió su significado. Las palabras  no se agotan, pero el tiempo si, cada vez ella es más distante; espero no me odie, no sabría hacer con todas estas palabras, si ella mi pide que pare.

Busco con desesperación en los libros de mi  mente una solo idea que no le pertenezca; de la A- Z, ella es mi alfa y me delta, mi rubí y mi esmeralda, mi inspiración y mi condena.

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