DELTA ESMERALDA
Ángel .J Becerra Juárez
Escribir
es más una pasión que un pasatiempo y al
igual que cualquier otra necesita de tiempo, que bien o mal invertido, te
despoja de algún que otro placer desconocido.
¿Porque
el escritor decide escribir? Aun sabiendo
que las ideas e historias que se desbordan por sus dedos y se plasman en el
papel, pueden o no gustar. El verdadero escritor escribe para sí mismo, con el
único propósito de ver aquella idea que lo despertó en la madrugada, ensamblada
en reglones y párrafos. El escribir no consiste en dar las palabras que el
lector quiere escuchar, sino en externar las ideas que el escritor no puede enjaular, que estas
sean del agrado de un tercero, es solo efecto secundario.
La escritura utiliza el alma del
escritor como tinta y usa como lienzo la idea que se desea expresar. Para ser un buen escritor se debe ser malcriado, ya
que el crear algo nuevo es de cierta manera
romper una regla establecida.
Es la misma sensación de libertad que hace el escribir algo tan fastuoso, la que
en ocasiones lo vuelve complicado. La idea de poder crear, destruir, absorber y
comprimir a placer historias y personajes, es en partes iguales, excitante y aterradora.
A diferencia de cualquier otro arte, el
escribir no mejora con la repetición de algo ya establecido como una obra
maestra, ya que si bien se pueden leer magnificas historias desarrolladas por
excelsos escritores, transcribirlas una y otra vez, no te hará ni la mitad de bueno que el autor original,
solo te volverá una fotocopiadora con pulso y respiración. El
contraejemplo perfecto a esta idea, es
el de aquella persona que aspira a ser un pianista destacado, que simplemente
debe de repetir mil y un veces la
bagatela Für Elise de Beethoven, para volverse
un erudito. No intento despreciar el noble arte de interpretar música, ya que
soy culpable de desfrutarla; solo quiero expresar que el acto de crear
puede llegar a ser más complicado que el
de re-interpretar.
La escritura posee una característica que muchas otras pasiones no, y
que la convierte en la rama del arte más cercana a los mortales: “cualquiera
puede hacerlo”; simple discurso que
resulta contraproducente, ya que así como evoca a miles de ideas, también hace
que las personas ajenas a ellas le resten importancia. ¿Qué hace que una sonata sea más conmovedora
que un poema? La complejidad no se significa calidad, así como la perfección no
es incorruptibilidad; Escribir quizá no es perfecto, pero son los detalles de
la imperfección los que para mí constituyen su encanto.
El ser, que se hace llamar escritor, es solitario pero siempre va
acompañado de una buena historia, no necesita pasaporte porque no busca viajar
más allá de sí mismo; personas increíbles son los escritores, desearía ser uno
de ellos.
Lamentablemente no soy un escritor, no logro concebir que mis ideas no sean escuchadas, ya que
estas no son espontaneas como deberían de serlo; todas tienen un origen más
banal y menos rimbombante, cada una de
ellas no son más que simples gritos ahogados en papel, que buscan llamar la
atención de los ojos de la musa de los cuales proviene la inspiración. No es mi
pasión, son ella, y no soy más que el
interlocutor. Son partes de su alma que tomo sin permiso, y plasmo lo menos
miserable que mi imaginación me lo permite.
Me valgo de sus virtudes y las oscurezco con mis defectos para no
aparentar ciencia ficción; es un cuento de hadas y yo un redactor de horror.
Quizá una mal combinación, que solo busca complacer su no indispensable dosis de habladurías de un
amor trágico. Me importa lo que piense, no quiero arruinar su intachable
imagen, solo escribo para ella, aunque nunca lo haya pedido.
No digo lo que siento, porque no es lo que ella busca escuchar, son
palabras sarcásticas de lo opuesto que
quiero, un intento estúpido por parecer fuerte, que intenta convencerme que no la necesito más… y valla que la
necesito.
Ensayo y error, más de una vez para buscar la manera de
decirlo; tal vez fueron tantas que perdió su significado. Las palabras no se agotan, pero el tiempo si, cada vez
ella es más distante; espero no me odie, no sabría hacer con todas estas
palabras, si ella mi pide que pare.
Busco con desesperación en los libros de mi mente una solo idea que no le pertenezca; de
la A- Z, ella es mi alfa y me delta, mi rubí y mi esmeralda, mi inspiración y
mi condena.
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